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Salvación de un inmigrante japonés en Paraguay

Tomizo Watanabe

(Asunción, Paraguay)

En la santa convocación en Myoko (Japón), realizamos una reunión de oración sólo en español, con las personas de Paraguay y México. Todos los participantes estaban muy contentos. En Paraguay hasta entonces solíamos realizar reuniones dominicales en japonés; así que cuando yo testimonié, me sorprendí porque el español brotaba desde mi interior. Creo que Dios quiere que nosotros difundamos el evangelio en español a partir de ahora. Sentí que Él nos estaba insistiendo en abrir una nueva era.

 

De tristeza a la alegría

 

Mi lengua materna es el japonés. Nuestra familia emigró de Japón a Paraguay cuando yo tenía nueve años de edad. Casi sesenta años han pasado desde entonces. Desde que tenía doce años, entraba en los montes y cortaba los árboles para hacer madera, que era el negocio al que se dedicaba mi familia. No tuve la oportunidad de estudiar. A veces, sentía rencor contra mis padres, preguntándome por qué habíamos venido a este país.

 

Después de casarme con mi esposa, tuvimos una niña; pero cuando ella tenía siete años de edad, murió de neumonía. Mientras yo tenía entre mis brazos a mi hija que estaba por morir, me dijo tres veces: "Papá, lo siento." Sentí que quería disculparse con nosotros por morir tan joven.

 

Incluso después de cuarenta años, yo todavía no puedo olvidar la tristeza y el dolor que sentí cuando ella murió. Mi esposa no podía vivir ni un solo día sin visitar su tumba y yo me convertí en adicto a los juegos de azar. Pero eso no llenaba el vacío de mi corazón.

 

En el mismo año, nuestra segunda hija nació. Cuando tenía dos años, ella sufrió una quemadura grave y estuvo en una condición crítica. Era insoportable pensar que podría perder a mi segunda hija también. En aquel entonces, mi hermana iba a la reunión de Makuya y comenzó a orar con sus amigos por nuestra hija, y mi esposa pronto se unió a ellos.

 

Mi trabajo no iba bien en ese momento. Yo estaba en un callejón sin salida. Y me esforcé intentando resolver el problema por mi cuenta. En esos momentos, mi hermana me invitó y empecé a ir a las reuniones de oración de Makuya. Así asistí a la santa convocación del Evangelio Original en Brasil, donde me sentí abrumado inesperadamente por el poder de Cristo. Lloré diciendo "Gracias, Dios" a lo largo de toda la santa convocación de tres días.

Hasta entonces yo pensaba que vivía con mi esfuerzo, pero me di cuenta de que era Dios quien me protege ¡y me ha salvado! Desde entonces ya dejé los juegos de azar.

 

Mi más profundo arrepentimiento

 

Dos años después de mi encuentro con Cristo, mi esposa y yo decidimos ir a Asunción, capital de Paraguay, donde vivían el evangelizador de Makuya Prof. Isao Numata y su familia. Él difundía el Evangelio con fervor viajando por toda la extensa Sudamérica. Aunque convivimos juntos con el Prof. Numata durante cinco años en Asunción, no entendíamos la fe.

 

Un día, el Prof. Numata dijo: "Estamos dispuestos a vivir el resto de nuestras vidas en esta tierra." Fue el momento en que en su esposa se encontró cáncer de mama. No podía entender cómo podía dedicar su vida para difundir el Evangelio Original, en un momento tan difícil. Le sugerí: "¿No sería mejor para usted y su esposa regresar a Japón para que pueda recibir el tratamiento allí?". Hacia el final de su estadía en Paraguay, su salud se deterioró, por lo que finalmente regresó a Japón. Mi más profundo lamento es que no fui capaz de ayudar al Prof. Numata siguiendo a Cristo, tal como lo había hecho él con devoción.

 

A la vanguardia de la batalla

 

Mi familia no logró gran éxito material como inmigrantes; sin embargo, estamos agradecidos de que mediante nuestra inmigración a Paraguay pudimos encontrar a Cristo. Nos surge aún más el amor por este país, porque hemos pasado muchas dificultades. Al pensar en Paraguay, no puedo estar quieto. Debe ser la Voluntad Celestial del Espíritu Santo que despierta esta pasión dentro de mí.

 

Durante la santa convocación del año pasado, escuché la voz de Dios: "¡Tomizo, ahora estás en la vanguardia de Mi batalla!". Hasta ese momento, pensé que sería difícil de transmitir en español el Evangelio Original que el Prof. Teshima había enseñado y por ello no había hablado de mi fe con los paraguayos. Ahora incluso con mi español limitado, creo que Dios quiere que transmita el Evangelio Original a ellos.

 

Sin embargo, me pregunto: ¿el verdadero Evangelio se transmitirá a otros solo por hablar español? Los hermanos de Makuya de América del Sur habían aprendido la fe del Evangelio Original más por la actitud de fe del Prof. Numata, que es una actitud silenciosa que lleva toda la responsabilidad por el bien de Cristo, y no por sus palabras.

 

Los paraguayos son tradicionalmente gente compasiva y reciben a otros con corazones cálidos. Yo nunca había disputado peleas en el trabajo; ellos se ayudan mutuamente a pesar de su pobreza, porque sus lazos son muy fuertes. Recientemente, sin embargo, como Paraguay ha mejorado económicamente también, me parece que han renunciado a su calidad espiritual y en su lugar tienden a valorar la riqueza tangible. Sin embargo, creo que Paraguay será un país más bendecido cuando su pueblo reciba la afluencia del Espíritu Santo de Cristo. Dado que el objetivo del Evangelio Original es llenar a la gente con el Espíritu Santo, quiero que me utilice para esta misión. Esta es mi oración sincera.            

(Agosto 2014)

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